lunes, 26 de noviembre de 2007

Teoria de las domesticaciones otoñales

Teoría de las domesticaciones otoñales

Por el finquero Sosa http://www.lafincadesosa.blogspot.com/

Debe ser la estación, o la coincidencia de que muchos amigos cumplen otro aniversario de exiliarse, pero hay en el aire un efluvio de lasitud que nos hace titubear antes de reclamar cualquier cosa. Hace nueve años andaba yo por Edmonton, aburrido de la nieve y experimentando la incredulidad de una aurora borealis. Había sido una cesárea patriótica, naciendo en otra tierra, fabricado por el revisionismo insular. Pero ahora no me asombro con nada. Es por noviembre que se cuelgan las armas tras la puerta, y dejamos que otros se encarguen de entretener a los heraldos. Comparando una década (una década, por Dios) con otra, me esfuerzo por recordar el número de pausas festivas que nos tocaban: alguna graduación, las reuniones improvisadas, el fin de año con su grasa y sus alcoholes de lujo. Pero no éramos tan vulnerables como hoy, en el sentido de no ser capaces de evitar los placeres clandestinos. Y dejar que la aguja raye el surco, y divagar al son de los viejos organillos. Nos ponen un disco de Joe Dassin y sobreviene un nudo en la garganta, la consiguiente llamada de larga distancia y la confesión luterana; por usar un ejemplo digno y puramente hipotético, pues el estante contiene otro tipo de vergüenzas selectas. La estación está diseñada para escribir, para cebar las palabras y dejar pasar las filípicas. Yo les digo a los enemigos: aprovechen, aprovechen ahora...

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